Capítulo
26 – La vuelta a Buenos Aires
Después
de un larguísimo viaje desde Jujuy, la vuelta a Buenos Aires supuso el
principio del fin de nuestro viaje.
A primera
vista Buenos Aires es una ciudad inabarcable, pues es tan grande y con tantas
connotaciones sentimentales que difícilmente en catorce o quince días pasas de
hacerte una ligera idea de sus posibilidades.
Además
las distancias son enormes y acabas cansado a poco que andes por sus diferentes
barrios.
Nosotros
hemos hecho nuestros recorridos en una doble faceta:
Por una
parte recorridos culturales: museos, sitios históricos, edificios emblemáticos,
etc.
Por otra
de paseantes para medir el ritmo de la ciudad y sus habitantes, vagabundeos por
calles y barrios para empaparnos de la vida real, de cómo viven en esa inmensa
ciudad.
De la
primera parte cabe destacar el Museo Nacional de Bellas Artes con una colección
de pintura y escultura interesantísima. También
es interesantísimo el MALBA (Museo de Arte Latinoamericano). Ambos están
relativamente cerca aunque es difícil verlos en una sola jornada pues tanto en
los alrededores del MALBA como del Museo de Bellas Artes hay muchas cosas que
ver.
El MALBA
está situado en Palermo y rodeado de extraordinarios jardines, el Jardín
Japonés, La Rosaleda, etc, donde es fácil perderse y quedarse aislado de la
ciudad y sus ruidos y aglomeraciones.
Por su
parte el Museo de Bellas Artes está rodeado de otros muchos espacios y
monumentos en el barrio de Recoleta. Cerca está el Cementerio, la Biblioteca
Nacional, el Centro Cultural Recoleta, etc.
En esa
zona, Recoleta, se hace los sábados uno de esos mercadillos de artesanía donde
uno puede encontrar de casi todo además de escuchar músicos callejeros, ver
malabaristas, etc.
Otra zona
interesante es la Avenida de Mayo entre la Plaza de Mayo y la del Congreso. En
ella además de la riqueza arquitectónica se encuentran el famoso Café Tordoni y
los 39 Billares junto con el Museo del Tango y una estatua del Pensador de
Rodin en la Plaza del Congreso. Es un buen sitio para pasear tranquilamente
mirando, y si logras abstraerte del ruido y las muchedumbres de personas y
coches, disfrutar imaginando como pudo ser el Buenos Aires de la primera mitad
del siglo pasado.
En
nuestros recorridos otro día nos dedicamos a caminar por la famosa calle
Corrientes, inmensa avenida repleta de teatros, tiendas, librerías, bares y
gente.
Si
caminas por ella y te vas alejando del centro llegas al barrio del Abasto,
barrio poblado mayoritariamente por judíos donde es fácil ver a estos con sus
gorritos o con sombreros típicos de paseo, de compras o negocios, y a niños
saliendo de la escuela.
En este
barrio está el Museo de Carlos Gardel, en la antigua casa donde vivió con su
madre.
Es un
barrio tranquilo y sosegado, donde hay muchas casas pintadas con alegorías al
pasado tanguero del barrio con esos dibujos tan típicos de Buenos Aires que
después se reflejan en los “filetes” que decoran las paredes de muchos bares y
tascas porteños.
Cerca de
Abasto hay una “zona comercial” que mas parece un mercadillo callejero donde a
uno le da cierto miedo pasar pues la tensión se nota en el ambiente. Está
alrededor de una estación de trenes y es un conjunto enorme de puestos tirados
en la calle con todo tipo de productos de dudosa procedencia y sobre todo muy
baratos. Allí se concentra la mayoría de los inmigrantes y se ven casi en
exclusiva en Buenos Aires negros africanos con los consabidos relojes, gafas,
etc.
Nosotros
nos alojábamos en Palermo Hollywood, una zona del inmenso barrio de Palermo, pero
en este barrio hay que darse un paseo por el Palermo Viejo, que son los restos
de la antigua fisonomía del barrio, lleno de comercios y tabernas y,
actualmente, lugar de moda donde abundan galerías de arte y tiendas de diseño.
Otro
barrio divertido e interesante es Belgrano, un antiguo barrio que actualmente
tiene mucha vida ya que hay muchos bares, restaurantes y comercios.
En él
está la casa-museo del escritor Enrique Larreta que es una casa con jardín
donde vivió el escritor y que contiene además de una colección de cuadros y
retablos unos magníficos jardines en pleno centro del bullicio de la ciudad.
En
Belgrano está también el Barrio Chino de Buenos Aires, curiosa mezcla de
chino-porteños y muy visitado los fines de semana. También los sábados hay un
mercadillo de productos ecológicos y comida donde los porteños compran, comen y
disfrutan en un bonito parque.
También
volvimos otra vez a La Boca, ésta con mas tiempo para poder disfrutar de las
oleadas de turistas que visitan el barrio y además llevarle a Guillermo Alio
unas fotos que le prometimos en nuestra visita anterior.
La verdad
es que en ese trozo del barrio hay siempre un bullicio extraordinario y la
gente hace cola para sacarse fotos con los/as bailarines/as de tango que
trajeados andan por allí. Nuestra visita a Guillermo Alio, como la anterior,
fue muy gratificante pues con él se puede estar hablando una eternidad de
cualquier tema y el tiempo se pasa volando. Además pude completar una serie de
fotos de colorines que me había dejado la vez anterior.
Por
último el barrio porteño por excelencia para pasar unos días en Buenos Aires,
San Telmo.
San Telmo
es como una isla de tranquilidad y relajo dentro de Buenos Aires. Por sus
calles caminan muchísimos turistas, pero también la variopinta gente del barrio
y se pierde el bullicio y las prisas de otras partes de Buenos Aires para
pasear tranquilamente curioseando las innumerables tiendas o tomando algo en
cualquier terraza de cualquier esquina.
Nosotros
estuvimos los domingos que es cuando ocupan medio barrio con un inmenso
mercadillo tipo El Rastro madrileño donde hay de todo lo imaginable. Además hay
cantidad de espectáculos callejeros y sobre todo magníficos tangueros.
Por la
tarde en la Plaza Dorrego se organiza una milonga donde los profesores y
alumnos de las diferentes escuelas de tango ponen en práctica lo aprendido y
además el público baila también. Es impresionante ver a gente joven o mayor
bailar como en los bailes de pueblo antiguamente.
Todo esto
ha dado de si nuestra visita a Buenos Aires en este final de viaje. La
sensación que provoca es el de una ciudad inabarcable y donde se necesitarían
muchos meses para poder asentarte y enterarte un poco de cómo late, pues en dos
semanas no te da tiempo casi ni de situarte.