lunes, 25 de marzo de 2019

Por fin en Lima


Primeros contactos con Lima

Después de un viaje cansadísimo y largo al fin aterrizamos en Lima.
Tras recoger el equipaje y conseguir un taxi nos metimos en la locura del trafico desde el aeropuerto al centro. Al hotel em el que me iba a hospedar.
El trayecto fue largo y para mi casi de infarto pues cada uno va como quiere sin respetar apenas nada de lo que tiene que hacer y con un sonido incesante de “cláxones” y gente cambiándose de carril o apurando al máximo para meterse.
Finalmente, con el corazón encogido me dejo en la puerta del hotel.
El hotel Belén está en la Plaza de San Martin, en el centro de Lima. A partir de ahí empieza lo que se puede considerar la Lima histórica.
La plaza, como casi todas las de Sudamérica es un hervidero de gente haciendo las más diversas actividades, pasean, se tumban en el césped, escuchan diferentes oradores, ligan, etc. A diversas horas hay distintas percepciones.
La ciudad en sí, al menos esta parte es muy turística y muy donde los limeños vienen de visita y a comprar.
Justo al lado del hotel hay una peatonal Jirón de la Unión toda llena de tiendas y bares, donde prácticamente a ninguna hora está vacía.
El centro histórico de Lima es un conglomerado de calles con muchísimos edificios coloniales, algunos magníficamente conservados y otros no tanto. Resulta muy curioso la cantidad extraordinaria de corredores de madera (muchísima caoba) que ocupan toda la fachada de los mismos a manera de corredor techado.
Otra cosa es la proliferación de iglesias de distintos estilos y épocas. Son monumentales y dan, de alguna manera, una idea de la religiosidad de la gente.
Supongo que al ser fin de semana la situación con el resto de los días será distinta pues estos hay mucho paseante, familias, pandillas, etc. Que durante la semana no saldrá o estará trabajando, pero hay otra cosa que me ha llamado mucho la atención y es la cantidad de vendedores ambulantes de nada en concreto (bolsitas de palomitas, folletos turísticos, etc.) y la cantidad de gente mas o menos pobre que deambula pidiéndote un “sol”.
Otra cosa impresionante para mi es la cantidad de gente uniformada que hay, prácticamente son omnipresentes, es difícil dar un paseo y dejar de ver uno o varios.
En mi recorrido por la ciudad me ha sorprendido en este fin de semana los grupos numerosos de campesinos y gente rural que se manifiestan con cosas de su región, ayer gente de la zona minera, hoy del carnaval de Ayacucho haciendo pasacalles por la ciudad con sus vestimentas típicas y sus cantos y bailes.
En fin, estos dos días me han servido de toma de contacto con el entorno y de ahí pasare a una exploración del resto de la ciudad que debe tener poco en común con lo visto hasta ahora.



































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