Entre
Mochicas y Lambayeques
La
salida de Trujillo después de una inyección en vena de las culturas
Moche y Chimú ha venido a completarse con la llegada a Chiclayo y
Lambayeque y las visitas a los diversos museos y huacas, entre ellas
la Huaca Rajada donde descubrieron las tumbas de los señores de
Sipán.
Aquí
se entremezcla con restos de la cultura Lambayeque que es posterior.
Los
museos son impresionantes por la cantidad de joyas, mascaras,
cerámicas, etc. expuestas, así como a través de las iconografías
de los restos, del desarrollo de sus costumbres, ritos, etc. ya que
muchos de los objetos reproducidos en esos dibujos se han encontrado
en las excavaciones y se encuentran en los museos.
Una
cosa digna de destacar es que en las excavaciones, así como se han
encontrado una cantidad inimaginable de objetos, no hay como en
Trujillo edificios al descubierto pues los cerros de arena que los
sepultan están muy deteriorados por el fenómeno del Niño y los
interiores muy dañados lo que hace que los dejen protegidos por esa
arena y saquen los restos y ajuares allí enterrados.
De
todas formas, vistas las dos fases, edificios en Trujillo y ajuares
en Chiclayo uno se da cuenta de la grandiosidad de la cultura moche y
de cómo debió de transcurrir su vida, al menos la de las castas
dirigentes, y la grandiosidad de sus ritos y ceremonias.
En
otro orden de cosas Chiclayo es una ciudad absolutamente caótica.
Caótica en todos los sentidos: tráfico, gente, calles, etc.
Esta
absolutamente colapsada en todos los aspectos y además es fea a
rabiar. Según me han dicho no tuvo pasado colonial y empezó a
desarrollarse en la época republicana, así que no hay edificios
históricos más allá de los de 1900. Pasò de tener poca
importancia a tener casi un millón de habitantes en la actualidad.
En
los alrededores se ha destruido el bosque autóctono y se ha
sustituido por inmensos arrozales, caña de azúcar y multitud de
ingenios y fábricas de transformación de arroz, así que no es
difícil tropezarte por esas carreteras con enormes camiones cargados
de caña de azúcar o sacos con arroz.
Volviendo
a Chiclayo y paseando por sus calles, uno no gana para sobresaltos,
cuando no son los coches o las motos son los mismos peatones los que
te atropellan. Por dar miedo, da miedo hasta ponerte a hacer fotos,
no vaya a ser que alguien se moleste y te monte una pirula.
Hoy
estaba haciendo una foto a un hospital y el guarda me ha hecho ir a
pedir permiso a una oficina pues no se pueden al parecer hacer sin
permiso.
Otra
de las cosas curiosas es la poca capacidad y/o experiencia en la
organización de los tours turísticos. En toda mi experiencia
viajera jamás me habían metido en uno que no fuera el mío, hasta
el otro día. Quizá es que fui a dar con la agencia más nefasta,
pero me pasó. Menos mal que era otro que tenía programado y no pasó
nada.
Así
que aquí estoy, en Chiclayo, soportando, quizá es muy fuerte
decirlo, el alboroto callejero de ruido, gente tráfico y otros.
De
todas maneras, tampoco es para tanto si tenemos en cuenta que no
tengo cosas importantes que hacer ni prisas.
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