jueves, 15 de enero de 2015

VIAJE A SUDAMERICA - FINAL DE ESTANCIA EN MONTEVIDEO

FINAL DE ESTANCIA EN MONTEVIDEO
Durante estos dos días que aun he permanecido en Montevideo me he ido acostumbrando a mirar la ciudad, bueno, lo poco que conozco de ella, de otra manera.
De alguna forma he querido verla como es, un poco caótica en todos los aspectos. Su gente es muy tranquila y amigable. En los bares en que he parado varias veces ya hemos establecido otro tipo de relación más placentera, que se nota  en el trato más familiar.
Siguiendo con la ciudad el miércoles me pasé la mañana en Punta Carretas y allí la cosa es de otra manera. Es una zona de mar con paseo inmenso que me recordó el Paseo Marítimo de Cádiz o el Malecón de La Habana. Allí la gente estaba disfrutando de lo que en realidad es ahora, el verano. Muchísima gente de todas las edades tomando el sol, corriendo o simplemente paseando.
Llama la atención que en tan poco tiempo (20 minutos en autobús) se pase del bullicio del centro a la tranquilidad de una zona costera donde la prisa ha perdido todo el sentido y el ruido y la contaminación parecen no existir. Además las construcciones son bloques de apartamentos entre los que todavía se conserva algunos chalecitos de los años 50. Todo está más limpio cuidado que en esta parte vieja, a la que supongo que los montevideanos solo vienen a trabajar, el resto del tiempo es “territorio comanche” de los turistas que circulamos en manada arrasándolo todo a nuestro paso.
De vuelta a la Ciudad Vieja, si vas simplemente de mirón, podría uno pasarse días, semanas e incluso meses solamente dejándote ir y observando los distintos comportamientos de las personas que se cruzan en tu camino y cazando aquí y allá retazos de conversaciones.
Un ejemplo lo tuve esta mañana. Estaba sentado junto al Mercado del Puerto y los camareros hablaban y discurrían sobre la utilidad o no de un jabón de cannabis que vendían unas chicas en un puestecito allí al lado. Había opiniones en pro y en contra como se puede suponer pero al final la conclusión a la que llegaron fue la de lo ilógico de la propuesta pues el cannabis ni siquiera tiene un olor agradable.



















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