Capìtulo 19 - LA RIOJA
Esta ha sido la estancia mas rara de todo lo vivido en Argentina hasta la fecha.
Llegamos un sàbado a mediodìa y nos encontramos con una ciudad desèrtica. No solo por el calor que hacìa, màs de cuarenta grados, si no porque aparte de un rato en la tarde-noche que abrìan como la mitad de los comercios, nos encontramos una especie de ciudad fantasma tanto el sàbado como el domingo.
Asì y todo, en nuestros paseos pudimos comprobar no solo la falta de gente por las calles, ni la de tràfico, tambièn la escasez de bares, cafeterìas y otros espacios de ocio, que hacìan casi una misiòn suicida salir a tomar un cafè.
Nosotros llegamos con la intenciòn de contratar una excursiòn para ver los Parques Nacionales de Talampaya y El Valle de la Luna. Pensabamos ingenuamente que eso funcionaba como en el resto de los lugares en los que habiamos estado, pero no. Despuès de soportar el intenso calor, la soledad y la falta de movimiento del fin de semana, nos encontramos el lunes buscando agencias que organizasen ese tipo de viajes. Dimos innumerables vueltas visitando varias, todas cerradas por diferentes motivos, hasta dar con una que nos terminò de convencer de la imposibilidad de hacer dicho viaje. Nos dijo que hay muy poco turismo y, tras consultar con varios colegas, que no habìa ninguna programada para el martes, que si a lo largo del dìa habìa novedades nos avisaba al hotel.
Con ayuda del recepcionista contactamos con un "remix" y luego de ver posibilidades y precios acordamos que nos llevarìa a una ruta que se llama Corredor de la Costa Riojana, que era cerquita y asumible monetariamente.
Con èl nos fuimos y pràcticamente es una ruta hacia el norte por un paisaje montañoso, pero que solamente es eso, un paisaje. De todas formas fue agradable, aunque el chofer no estaba muy informado de las curiosidades de la ruta. Se limitò casi exclusivamente a llevarnos.
No obstante el domingo por la mañana habiamos visto un par de museos y recorrido muchas calles que hemos completado hoy martes paseando tranquilamente.
La Rioja es una ciudad de unos 200.000 habitantes que viven de la agricultura, segun nuestro conductor 70% son funcionarios y 30% trabaja.
Dentro de las ciudades que nosotros hemos conocido es un caso raro. Vive de espaldas al turismo, aunque posee las caracterìsticas necesarias para que este fuera una industria floreciente. Ademas es llamativa la escasez de establecimientos de restauraciòn, bares, cafès, etc. Pràcticamente los que hay estan en el centro de la ciudad. Ademàs de haber pocos tienen muy escasa clientela.
Otra cosa sorprendente es el grandìsimo calor que hace, que segùn nos han contado no es inhabitual en estas fechas. Esto hace que no sepas muy bièn ni que hacer ni donde ir, pues el calor dificulta el que estes paseando y al no haber bares no sabes en que utilizar tu tiempo.
Bueno, esto no da mas de sì, asì que esperemos que nuestra pròxima parada, Tucumàn sea mas creativa.
Esta ha sido la estancia mas rara de todo lo vivido en Argentina hasta la fecha.
Llegamos un sàbado a mediodìa y nos encontramos con una ciudad desèrtica. No solo por el calor que hacìa, màs de cuarenta grados, si no porque aparte de un rato en la tarde-noche que abrìan como la mitad de los comercios, nos encontramos una especie de ciudad fantasma tanto el sàbado como el domingo.
Asì y todo, en nuestros paseos pudimos comprobar no solo la falta de gente por las calles, ni la de tràfico, tambièn la escasez de bares, cafeterìas y otros espacios de ocio, que hacìan casi una misiòn suicida salir a tomar un cafè.
Nosotros llegamos con la intenciòn de contratar una excursiòn para ver los Parques Nacionales de Talampaya y El Valle de la Luna. Pensabamos ingenuamente que eso funcionaba como en el resto de los lugares en los que habiamos estado, pero no. Despuès de soportar el intenso calor, la soledad y la falta de movimiento del fin de semana, nos encontramos el lunes buscando agencias que organizasen ese tipo de viajes. Dimos innumerables vueltas visitando varias, todas cerradas por diferentes motivos, hasta dar con una que nos terminò de convencer de la imposibilidad de hacer dicho viaje. Nos dijo que hay muy poco turismo y, tras consultar con varios colegas, que no habìa ninguna programada para el martes, que si a lo largo del dìa habìa novedades nos avisaba al hotel.
Con ayuda del recepcionista contactamos con un "remix" y luego de ver posibilidades y precios acordamos que nos llevarìa a una ruta que se llama Corredor de la Costa Riojana, que era cerquita y asumible monetariamente.
Con èl nos fuimos y pràcticamente es una ruta hacia el norte por un paisaje montañoso, pero que solamente es eso, un paisaje. De todas formas fue agradable, aunque el chofer no estaba muy informado de las curiosidades de la ruta. Se limitò casi exclusivamente a llevarnos.
No obstante el domingo por la mañana habiamos visto un par de museos y recorrido muchas calles que hemos completado hoy martes paseando tranquilamente.
La Rioja es una ciudad de unos 200.000 habitantes que viven de la agricultura, segun nuestro conductor 70% son funcionarios y 30% trabaja.
Dentro de las ciudades que nosotros hemos conocido es un caso raro. Vive de espaldas al turismo, aunque posee las caracterìsticas necesarias para que este fuera una industria floreciente. Ademas es llamativa la escasez de establecimientos de restauraciòn, bares, cafès, etc. Pràcticamente los que hay estan en el centro de la ciudad. Ademàs de haber pocos tienen muy escasa clientela.
Otra cosa sorprendente es el grandìsimo calor que hace, que segùn nos han contado no es inhabitual en estas fechas. Esto hace que no sepas muy bièn ni que hacer ni donde ir, pues el calor dificulta el que estes paseando y al no haber bares no sabes en que utilizar tu tiempo.
Bueno, esto no da mas de sì, asì que esperemos que nuestra pròxima parada, Tucumàn sea mas creativa.
Tras leer vuestra experiencia en La Rioja Argentina... me has convencido para descartarla como destino residencial. Mucha calor y pocos bares??? no es buena combinación
ResponderEliminar