Llegamos a Salta a mediodìa de un domingo, asì que logicamente en la ciudad habia poca gente, solamente los turistas. Comimos y nos dimos un paseo pudiendo comprobar que el centro es de una gran belleza, con muchas casas señoriales y muy cuidadas. Por la tarde otro paseo con los consabidos cafès, cena y a dormir porque el lunes a primera hora ibamos a hacer la ruta de Cachi.
Madrugamos y en un microbùs salimos hacia Cachi. Por el camino volvimos a comprobar que en muy pocos kilometros cambia todo, paisaje, tiempo , cultivos, etc.
El camino hacia Cachi comienza con los campos primorosamente cultivados del Valle de Lerma para, a continuaciòn, iniciar el ascenso por una quebrada de yungas (bosque tupidìsimo y laderas impresionantes) que mantiene casi siempre nieblas por la condensaciòn de la humedad. Al final del ascenso desaparece la vegatacion y se forman praderas, ensanchandose el horizonte. Comienzan entonces a aparecer un tipo de cardones que necesitan màs humedad que los de la puna. El camino continua subiendo, en medio de una niebla espesisìma, por una carretera de ripio, en la que dicen y ves en las postales una de las subidas mas bonitas del pais, la Cuesta del Obispo, hasta los 3.500 m aproximadamente. Una vez que comienzas la bajada la niebla desaparece como por embrujo y aparece la puna, llanura de altura, del Parque Nacional de los Cardones. Atravesamos el parque y llegamos a los Valles Calchaquies de la zona norte. Llegamos a comer a un hotel encantador en Payogasta y de ahì un pequeño paseo por Cachi y vuelta lo mismo pero al revès.
Fuera de comprobar que en esos valles la vida discurre de distinta forma, con muchas dificultades sobre todo por el medio fìsico y de aislamiento de las poblaciones y las consabidas fotos de paisajes maravillosos, poco màs se puede aportar de esta visita. Yo de todas formas, soy otro tipo de viajero y necesitaria mucho mas tiempo y mucha mas calma para ir casi de pueblito en pueblito y poder contactar con sus habitantes.
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