CALDERA
La venida a Caldera, aunque en
teoría fue un error de cálculo, ha resultado en realidad una experiencia
distinta.
Vine como medio de acercarme a
ver el Parque Nacional Pan de Azúcar y pensando en que desde aquí iba a ser
fácil pero la realidad es que ha sido imposible, pues los organizadores de
tours esperan, no a fechas fijas sino, a tener el cupo y en estas fechas lejos
del periodo vacacional parece que no somos muchos los solicitantes. Así que por
ese lado la cosa se frustró.
Como no hay mal que por bien no
venga, el estar dos días deambulando por un pueblecito turístico de sol y playa
fuera de la época vacacional me ha servido para hacer, ver y sentir casi de
todo.
Caldera el pueblo es un puerto
pesquero pequeñito y muy bonito, Es agradable andar por sus calles y sobre todo
por los alrededores del puerto donde siempre hay vida. Todo en el pueblo te
hace olvidarte de la vida ajetreada y disfrutar de los paseos, de la
contemplación de la gente y casi sin querer te impregnas de esa amabilidad y de
ese dejar pasar el tiempo sin tener que decir eso de “tengo que hacer o tengo
que ir”.
De cualquier manera la gente es
muy amable, pues uno de los días que me había ido hasta una esquina del pueblo
donde hay los restos de un cargadero de mineral y de un fuerte para hacer unas
fotos, cuando volvía, me paró una pareja en un coche, que me imagino que
pensaron que estaba loco, tan lejos y sin vehículo para volver, y me trajeron
al centro.
En el trayecto hablamos del
desarrollo turístico y sus pros y sus contras, se quejaban de como en verano se
transforma el pueblo, sobre todo el tráfico, y se convierte en un peligro para
los habitantes, acostumbrados a que los coches los dejen pasar y paren en
cualquier lugar para charlar con alguien que conoces a ese ritmo lento que hay
en el pueblo.
¡Os suena de algo!
Caldera y un pueblecito que hay
como a ocho kilómetros que se llama Bahía Inglesa reúnen todos los requisitos
para en los próximos años convertirse en centros vacacionales mucho más grandes
que lo que son en la actualidad, paraísos donde dejar pasar el tiempo sin más,
ya que en los alrededores hay innumerables playas de arena finísima.
El único inconveniente que yo
veo y no se si no será definitorio es la aparente escasez de agua y como
solventarlo si hay un aumento importante de población pues están enclavados en
una zona totalmente desértica en la que no ves una planta en kilómetros y
kilómetros. Si este tema lo resuelven no
me cabe la menor duda de que tendrán un desarrollo turístico importante, tanto
en infraestructuras hoteleras como en número de visitantes, con todos los pros
y los contras que eso conlleva.
A mí me ha recordado a la Zahara
que yo conocí, y que camina hacia la actual.
La panorámica que hiciste de Caldera desde el cargadero de mineral me parece muy lograda, más si tenemos en cuenta el poco encanto que tiene el pueblo en sí mismo (opinión personal). También a mí me recuerda la Zahara de hace 30 años y me deja un cierto reseco en el paladar.
ResponderEliminarPor gustar, me gusta más Bahía Inglesa, mejor urbanizada y playa más coqueta. Si volvemos en otra ocasión, comemos en el restaurante Domo, ya sabes, el de la cúpula semiesférica de cristales que está a la entrada de la playa...je, je...es lo que tiene el Google-Maps, que te vuelves un sabiondo...je, je ...
Otras fotos que me han gustado mucho son las de primeros planos de los pelícanos que hiciste en Coquimbo, tienen una estética de serenidad optimista comparable a la de las ilustraciones japonesas clásicas. También muy buena, de otra manera, la de los limpiacristales suspendidos en el vacío.
La colección que estás consiguiendo de murales y trampantojos también nos dará para hablar un rato...je, je...me estoy dando cuenta que ya tengo ganas de que vuelvas. Un abrazo.