Santiago,
una visión global
Segundo día en
Santiago y aun mis impresiones no están bien definidas pues ayer, estaba tan
cansado que apenas pude disfrutar de nada.
Por otra parte yo tardo mucho en
orientarme y Santiago tiene muchos recovecos que si no es pateando será difícil
que los vea y casi que los intuya.
El centro es
caótico, riadas de gente en todas direcciones, y tiendas, oficinas, puestos
callejeros, que hacen difícil transitar
incluso en calles peatonales.
Arquitectónicamente
es como todas las ciudades chilenas, donde en el centro comercial y financiero
conviven, a veces no muy armoniosamente, los mastodontes de cristal y acero con
los suntuosos edificios oficiales y las casas históricas. A veces forman un
maremágnum tal, que a mí me resulta difícil de asimilar. Afortunadamente hay
barrios donde de alguna manera se mantiene el equilibrio con aquellas casas
suntuosas de finales del siglo XIX y principios del XX. En esos barrios
semipeatonales la vida es más reposada y se ven bares y cafés con sus terrazas
y la gente tranquilamente de charla en ellas.
Hoy paseando
por uno de ellos he podido comprobar con cierto rigor lo que es cruzar dos
calles y parecerte que habías pasado de Sevilla a Nueva York por ejemplo. Lo
que observo además es que el centro esta urbanísticamente mucho más
deteriorado, en el cuidado de los edificios antiguos que en determinados
barrios. Pareciera que están esperando que se declaren en ruina para hacer unos
más modernos. Dentro de este conglomerado urbanístico me llama también la
atención la cantidad de bloques que hay como de los años 50 o 60, esos que son
todos iguales, grises, rectos, sin adornos, que parece que siempre han sido
viejos y decadentes.
He querido
visitar varios museos, y digo varios porque algunos no he podido porque están
de vacaciones hasta primeros de marzo. El Museo de Bellas Artes tiene una
colección de pintura chilena que aunque no es muy grande es interesante, pero
es muy pequeño. He ido a otro museo el MAVI que es un pequeño museo de nuevas
tendencias, aunque dentro de él hay una sección muy interesante de piezas
arqueológicas de los indígenas del norte y centro de Chile.
Cambiando de
tema, una cosa que me alucina son los ejecutivos tomando café o comiendo un
tentempié a medio día en unas terrazas con mesas pero sin sillas y fumando como
descosidos los cigarrillos que no han podido fumar en toda la mañana.
He seguido
paseando por Santiago y descubriendo cosas, muchas cosas, que en un paseo
sosegado se ven, no así si vas con prisas. Aparte de las visitas recomendadas
en la guía, museos, iglesias, etc. vale la pena extender la mirada sobre las
gentes de los diferentes barrios e incluso de los turistas como yo que ávidos
de conocer vamos de un sitio a otro almacenando en nuestras retinas y nuestras
cámaras imágenes que luego evocaran recuerdos y anécdotas para contar.
Me ha
impresionado mucho el Museo Precolombino por lo bien que explica la situación
de los diferentes pueblos desde Méjico hasta la Patagonia en la época de la
conquista, lo que hace que entendamos mucho mejor los diferentes niveles de
desarrollo de estas, dando una visión de conjunto que a nosotros nos ha llegado
muy simplificada pero que es inmensamente variada. La visión del Museo me ha
confirmado en todo caso mi opinión respecto a la colonización y sobre todo lo
que yo opino del sur-sur, es decir de la Patagonia y Tierra de Fuego tanto
chilena como argentina donde la colonización española jamás llego y donde se
mantuvieron casi desconocidos hasta mediados del siglo XIX en la que los
gobiernos de ambos países decidieron repoblarla como forma de incorporar esos
territorios a sus respectivas republicas. Este poblamiento de espacios prácticamente
vírgenes y poco poblados fueron ocupados por emigrantes europeos de distintas
nacionalidades a los que regalaron las tierras y que han formado especies de
pequeños núcleos de su país en el sur del continente.
Otra visita
interesante y nostálgica ha sido la visita a “La Chascona” la casa de Neruda en
Santiago. Originariamente construida para su amante, que después sería su mujer
y su viuda es un ejercicio de imaginación en la construcción y un reflejo de
los gustos y costumbres del poeta. Para nada obedece a la forma convencional de
construcción y si a un espacio de disfrute y ocio dignos de su temperamento, al
menos del que expresa su poesía.
Sentí viendo
los objetos y los espacios donde vivió y trabajo una emoción grande y sobre
todo leyendo poemas manuscritos que conservan allí.
Está situada
en la base de un cerro y en un barrio muy variopinto. Por una parte es un
barrio residencial con pequeños chalets con jardín y calles tranquilas pero por
otro es un conglomerado de locales de ocio situados en casas de planta baja
totalmente llenas de grafitis, algunos de gran calidad, que le dan un aire
bullanguero y festivo que se ve confirmado si te pasas por allí en la tarde
noche y ves todo el barrio en actividad. Me contaron que antiguamente era el barrio
alegre de la ciudad, donde estaban las mujeres de vida alegre que ahora se ha
transformado en uno donde va la gente a divertirse.
El resto de
mis días en Santiago han transcurrido en sosegados paseos e intensas charlas con
Gabriela y Esteban por una parte y con Sonia por otra. Con esta gente he podido
conocer un poco como es la situación en Chile.
Con Gabriela
y Esteban fundamentalmente el cacao en que vive la educación, una situación inimaginable
en Europa pues la escuela publica es mala y residual, con lo cual alguien
quequiera estudiar algo en la Universidad tiene que acudir obligatoriamente al
sector privado y a nivel universitario pasa una cosa parecida. Las carreras
reconocidas se dan en tres o cuatro Universidades de prestigio y después hay
cientos de Universidades piso y poco mas que expiden títulos de poca calidad y
escasa legitimidad. Así que la situación está al borde del colapso (revueltas
estudiantiles de estos años atrás).
Por otra
parte con Sonia ya ha sido hablar sobre todo de la situación del país y del
resultado de la dictadura que no solo ha empobrecido al país sino que según
ella ha lavado el cerebro a la gente haciéndolos consumistas y poco
reivindicativos. Cuando le cuantas que no es un mal chileno sino que es una
epidemia mundial se lo cree a medias y en todo caso dice que en Chile más.
Por lo demás
me ha llevado a conocer parte de la ciudad a las que yo no habría ido.
Sitios que
son más modernos que la modernidad en si donde si apareces allí sin ninguna
referencia los puedes situar en cualquier lugar de Europa o del mundo
occidental, en fin sitios de gente guapa.
Yo
personalmente disfruto más con el pueblo llano y simple con la mezcla y la
variedad de un barrio como Recoletos donde en cinco calles se concentran toda
la multiculturalidad posible, absolutamente llenas de gente inmigrante tiendas
de todo lo posible, músicas variadas, pastelerías árabes y casi de todo. Me reí
mucho pues en mi paseo me tropecé con varias clientes que andaban de compras
pero parecían estar en el sitio equivocado, arregladitas y con su ropa buena
buscando, imagino, imitaciones de marcas solventes, pegaban allí menos que yo.
Por fin el
ultimo día fui a ver el museo de la
memoria que es un recordatorio de lo que paso desde el 73 en adelante y que
debería hacer reflexionar a todo el mundo sobre la brutalidad de las dictaduras
y la destrucción de un equilibrio social difícil de reconstruir una vez roto.
La verdad es
que en Santiago me he encontrado muy bien y me ha dado un poco de pena seguir
pues ya había alcanzado ese equilibrio en que haces las cosas sin pausa pero
sin precisas. Además esta mañana cuando me iba la chica del hotel me dice
-
¿Ya se va?
-
-Si le
contesto
Y me dice:
-
Qué pena con
los días que llevaba aquí.
Le conteste que todo se acaba y salí
a coger mi bus hacia Valparaíso.
.. y sigues sin probar el vino, que supongo que habrá, o quita la memoria? tampoco la comida te merece mucha atención....o echas en falta el cocido. Por otra parte me has convencido: tengo que conocer Valparaiso, salud, p
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