VALPARAISO 2
He seguido con mis paseos por Valparaíso e incluso he
adoptado algunos ritos como tomarme un café en un barecito con terraza de la
Plaza Aníbal Pinto, y verdadero centro de la ciudad, en la que ya los camareros
saben lo que quiero y no necesito explicar cómo es el café. Es curioso que a
dos o tres veces que estés en un sitio la gente te reconozca sobre todo cuando
por ahí pasan muchísimos clientes. En fin que es casi como el Sajonia en
Torrelavega o La Esquina de Catalina en Zahara.
También he seguido con mis
paseos por los cerros de Valparaíso, siempre interesantes arquitectónicamente y
sobre todo visual y fotográficamente y en los que se dan una mezcla de
turistas, lugareños y vendedores de casi todo que a mí me resulta muy
gratificante pues ves que pese a todo el mundo se mueve.
En los cerros se aglomera una
construcción cambiante y diversa, desde casas impolutas, pintadas hasta los más
mínimos detalles, hasta verdaderas chabolas de chapas de zinc roñosas y
oxidadas que no sabes muy bien por qué no se vienen abajo.
Otra cosa es mirar hacia abajo
desde alguno de los innumerables miradores que hay, ves toda clase de terrazas, techos, etc., lleno
de los objetos más impensables y sobre todo también ves muchísima suciedad.
Sería interesante y precioso ya que es Patrimonio de la Humanidad que el
Gobierno de la UNESCO acometieran un plan de rehabilitación, como por ejemplo
hay el La Habana, que pusiera la ciudad en valor como una joya que es.
Una diferencia con otras
ciudades de Chile que he conocido es la afluencia de gente en las terrazas que
hay para charlar, tomar cervezas y picar algo de comida, todo en un ambiente
relajado, donde el tiempo no importa y se presupone una charla larga y
relajada, sobre todo a esas horas del atardecer cuando dejan de trabajar y que
por ejemplo en Santiago la gente desaparecía, aquí no, las terrazas se llenan
así como las calles y plazas.
Pero lo que más me tiene
alucinado es el tráfico de los autobuses públicos, de los que hay miles de
distintas compañías, que circulan como si les fuera la visa en ello. Es un
espectáculo un viaje, sobre todo en horas de mucho tráfico verlos adelantar,
cambiarse de carril para a cincuenta metros parar a alguien, da lo mismo si hay
parada o no, volver a salir al centro de la calle para adelantar a otro bus que
en la siguiente parada nos vuelve a adelantar, toso esto con acelerones y
frenazos sin fin y usando la bocina como si todos los demás estuvieran
estorbando.
En fin es una experiencia de
Valparaíso que me ha resultado muy gratificante, a pesar de las interminables
caminatas y sus cerros me han hecho recobrar ese espíritu de que la prisa no es
buena para nada y que en la vida no hay cosas que sean realmente muy
importantes, aparte de la vida misma.
A través de tus fotos, Valparaíso también a mí me parece un lugar atractivo, con clima y colores suaves, trolebuses, "vidilla" en sus murales, terracitas acogedoras...también me da impresión de poco cuidado el aspecto urbanístico, veo marañas de cables y calles mal urbanizadas por muchas zonas, parece que los regidores municipales no se esmeran.
ResponderEliminarEché un vistazo a La Serena, tu siguiente etapa, con el museo de Videla y una enorme playa que te sobra (ideal para paseos de Geni). Veo que en tu ruta hacia el norte no te separas de la costa... ¿quedaste saturado de glaciares? je, je. Pues según el mapa pronto comenzarás con el purito desierto asique procúrate una botelluca de agua fresca y yodo marino, por si acaso.
Un abrazo