sábado, 21 de marzo de 2015

VIAJE A SUDAMERICA - LA SERENA







LA SERENA

Nada más llegar a La Serena, después de un viaje larguísimo en un autobús que fue parando en innumerables pueblos durante el trayecto, tuve la sensación de haber llegado a un mundo opuesto al de Valparaíso.
La estación de buses es nueva y sorprendentemente estaba limpia y sin el trasiego de gente de toda pelambre que suele haber en casi todas las terminales de buses.
Efectivamente, después de dejar la mochila y pegarme una buena ducha me fui a recorrer la ciudad. La encontré limpia como una patena, cosa que me sorprendió. Además tiene una estructura perfectamente colonial y unas casas grandiosas incluso las más humildes perfectamente pintadas, con un predominio del rojo y el albero que me recordaron esas ciudades coloniales de las postales. No había mucha gente pues era sábado por la tarde y ya se sabe.
El domingo seguí paseando y efectivamente, casi todo cerrado y solamente dando vueltas por las calles grupos de turistas esperando para sus excursiones y visitas. No obstante se me paso la mañana rápidamente el Jardín Japonés que es un remanso de tranquilidad y sosiego. También de camino hay un paseo lleno de reproducciones de esculturas clásicas griegas y francesas del siglo XVII – XVIII muy del estilo francés. En fin que me pase el domingo encantado pues por la tarde tuve tiempo antes de un café de poner en orden blog y fotos. También me entere de como hacer las excursiones que yo traía planeadas y contratar la primera para el lunes.
A partir de ahí han sido días intensos en los que por la mañana salía de excursión y por la tarde - noche paseaba por la ciudad. Finalmente el miércoles me fui por la mañana a Coquimbo que es la ciudad que está en el otro lado de la bahía y que es más populachera y bulliciosa.
Contrariamente a La Serena vive de cara al mar, tiene un buen puerto y sobre todo muchísimos botecitos de pesca artesanal.
Curiosamente en los dos cerros que hay en la ciudad (Coquimbo) están reflejadas las contradicciones del mundo actual. En uno de ellos hay una mezquita que alberga un centro de estudios islámicos y en el otro una enorme cruz de cemento, la Cruz del Tercer Milenio, que fue un regalo de la ciudad por la visita del Papa, de forma que en la lejanía se ven muchísimas casitas y los dos emblemas de ambas religiones contrapuestas, mirándose, como desafiándose para ver cuál es más imponente.
De vuelta a La Serena constatar que tiene un numero de iglesias imponente, de todos los gustos y construidas de todo tipo de materiales. Como dato curioso saber que es la segunda ciudad más antigua de Chile, solo Santiago es más vieja.
Aquí los turistas vienen fundamentalmente atraídos por las estrellas, en los alrededores de La Serena hay multitud de observatorios, unos científicos y otros para turistas astronómicos. Yo no he visitado ninguno pues me he acordado de la letra esa de José Menese que dice más o menos así:
              Aquel que canta la luna
              es porque en la luna está
              Aquel que vive en la tierra
              a la tierra cantará
Así que he preferido la visión terrenal a la celestial.
Durante los dos días restantes he realizado dos excursiones que era a lo que venía fundamentalmente. Una a Punta de Choros y otra al Valle de Elquen

PUNTA DE CHOROS

Esta es una pequeña caleta de pescadores convertida en foco turístico gracias a que en tres islitas que hay enfrente habita una de las mayores comunidades de pingüinos de Humboldt. De hecho es una reserva en la que, en la isla donde viven y anidan los pingüinos, no se puede desembarcar.
De camino se pasa por un paisaje increíblemente seco y desértico donde a medida que te acercas a la caleta se convierte en una inmensa duna en la que apenas hay vida vegetal. No obstante en Choros, el pueblo no la caleta, aprovechando los sistemas de regadío por goteo con el agua del subsuelo han plantado y  es que todo está olivos produciendo un aceite muy suave, para mi gusto con poco sabor pero es un gusto.
La visita a las islas fue espectacular, pues aunque no vimos muchos pingüinos, si nos deleitaron el paseo como una treintena de delfines que nos tuvieron entretenidos toda la travesía.
Los pescadores de la caleta están en esa fase de pasar de la pesca al turismo y con uno que hable estaba encantado porque les proporcionaba dinero extra, el turismo, y hacia que no dependieran tanto de la mar.

VALLE DE ELQUI

Lo primero que te llama la atención si vas al Valle de Elqui es que todo está enfocado a dos cosas: el pisco y Gabriela Mistral.
Lo primero es el pisco que no es más que un aguardiente de uva y que es a lo que está dedicada, casi en su integridad, la gente  del Valle, lo segundo es que Gabriela Mistral no solamente era oriunda del Valle sino que además vivió su infancia y adolescencia en él, en diversos pueblos. Cuando vas de La Serena hacia el interior del Valle, ves como progresivamente este se estrecha y pasa, de ser una llanura muy fértil en la parte baja, aprovechando las ventajas del riego por goteo, donde se cultivan toda clase de frutas y hortalizas hasta llegar a lo más profundo del Valle donde no existe más que el cauce del rio e inmensas laderas de las imponentes montañas de la pre cordillera.
Además vas viendo como el terreno se va empobreciendo poco a poco y donde la mano del hombre ha hecho verdaderas maravillas para poder sacarle algún fruto. Poco a poco la uva se convierte en el único cultivo que hay, sembrada en bancales estrechos de una fila de cepas en cada uno que ascienden por las  laderas hasta límites que son difíciles de describir, y como esto se va simultaneando con multitud de bodegas productoras de pisco.
Por otra parte los pueblos van disminuyendo de tamaño y se van agrupando en una sola calle a ambos costados de una empinada carretera de montaña.
Nosotros fuimos hasta Pisco Elqui, un pueblecito que la gente dice que es el centro espiritual donde confluyen una serie de factores que hacen de él un remanso de paz y tranquilidad donde uno se olvida de sus problemas cotidianos.
La verdad es que algo de eso debe de haber a juzgar por la tranquilidad y el sosiego que muestran sus habitantes. Para comprobarlo habría que pasar en él algunos días y no es el caso. De todas formas mi amiga Sonia dice que sí te relajas en él. Supongo que el pisco, omnipresente, también ayuda.
Por lo demás yo definiría a todo el Valle como un ejemplo de como el hombre es capaz de, aun en las condiciones más extremas, dominar la naturaleza y sacar provecho y una forma de vida donde parece imposible que esto suceda.














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