Capitulo 10º - EL CHALTEN
El lunes 11 salimos del Calafate en un autobús local que
nos llevaba a El Chaltèn.
El viaje cambio relativamente el monótono paisaje de los
anteriores ya que comenzaron a verse cerros, ríos y sobre todo lagos. Así y
todo hay una falta total de poblaciones pues solo de vez en cuando se ve alguna
casita o alguna hacienda chiquita con ocho o diez.
La llegada por carretera a El Chalen es espectacular. A
medida que te acercas se va imponiendo en el paisaje una cadena de montañas
imponentes que van comiéndose todo lo demás y que a la vez son inmensamente
cambiantes pues las nubes, que se mueven rápidamente nos van mostrando
distintas zonas, los colores y las sombras varían tan deprisa que no te da
tiempo de apreciarlo.
Bueno, así que llegamos al pueblo. Es un pueblo pequeñito,
de apenas quinientos habitantes y dedicado en su totalidad al turismo. Esta
rodeado de montañas y solamente tiene una entrada-salida a través de un pequeño
desfiladero.
La actividad única es la de recibir a la multitud de
viajeros que por distintas circunstancias acudimos a él a pasar unos días. La
única actividad que los viajeros pueden hacer aquí es andar. Los recorridos son
de diferentes dificultades, desde el simple paseo en plena naturaleza hasta la
escalada al mítico Fitz Roy. Nosotros, dada nuestra edad y forma física hemos
hecho pequeños recorridos que han supuesto en algún caso un reto.
El primer día fuimos a una cascada, El Salto del
Chorrillo. Fue un paseo de un par de horas, parte por una pista parte por un
bosque. La dificultad y el desnivel hasta allí fueron muy pequeños así que
regresamos contentos y confiados porque además de bonito fue entretenido y, a
diferencia de la mayor parte de los que nos encontramos, con tiempo para
disfrutarlo además de hacer la foto.
Por la tarde paseos por el pueblo. Sigo admirándome de la
variedad de construcciones y colores que hay, lo cual es una imagen de
autentico caos urbanístico.
Al día siguiente decidimos superarnos y afrontar una
caminata de mayor dificultad, subir hasta la Laguna Capri y ver de primera mano
y cerca el Fitz Roy. Iniciamos la caminata confiados pero ya en los primeros
repechos nos dimos cuenta de que para nosotros era muy fuerte. Aun así
seguimos, con muchas paradas y una cierta dificultad, sobre todo viendo como
subían los jóvenes mas acostumbrados a la montaña y mas preparados físicamente.
A trancas y barrancas llegamos al mirador del Fitz Roy y allí, a la vista de la
cadena de montañas, se nos quitaron todas las penas y todo el cansancio y nos
quedamos impresionados por el panorama y, sobre todo, por la cantidad de
cambios y matices que se ofrecían a nuestra vista.
Se puede uno quedar allí inmóvil viendo los cambios que
experimenta el paisaje a medida que las nubes van filtrando luz o tapando y
destapando los picos, una secuencia de cámara fija pero cada segundo cambiante
con la impresión de que todo esta en continuo movimiento. Además la trayectoria
por el bosque de lengas es una delicia para los sentidos, todos, no solo la
vista.
Volvimos, después de decidir no continuar hasta la Laguna
Capri, bastante cansados pero felices de lo visto y experimentado. Ducha,
comida y siesta y como nuevos.
Por la tarde nuevo paseo por el pueblo y cervezas, cena y
a la cama.
Nuestro tercer día amaneció ventoso, lluvioso y muy
desagradable, así que hemos decidido poner al día nuestros diarios y relajarnos
en el bar. Si el tiempo mejora daremos nuestro ultimo paseo al Mirador de los
Cóndores y si no prepararemos nuestros avíos para mañana iniciar nuestro viaje
al norte a través de la mítica Ruta 40.
uauuuuu...que paisajes "naturales"
ResponderEliminarpor aquí seguimos en los mismos paisajes urbanos de siempre, con la gente de Cai terminando sus carnavales
Que sigais tan felices. La Elena