La
Paz
La llegada a La Paz fue una cosa espectacular e
inimaginable para mí pues vienes por una llanura inmensa y atravesando una ya
ciudad completamente caótica de tráfico y gente y, cuando piensas que vas a
llegar, aparece una gran olla y comienzas a bajar y a ver laderas repletas de
casas. Te das cuenta que lo que pensabas no es la realidad y que La Paz ocupa
el fondo de esa olla, sin ninguna llanura y superpoblada.
Efectivamente llegas y ves que esta encajonada entre dos
cerros que, arriba si tienen llanuras.
Lo primero que te llama la atención es que parece un
mercadillo ambulante donde las aceras están abarrotadas de puestos con toda
clase de cosas con los/las vendedoras se pasan el tiempo esperando que alguien
les compre algún producto de los que venden.
El hostal en el que me alojo esta en medio de ese
batiburrillo de calles donde casi no puedes andar.
El día siguiente, 1º de mayo, asistí a la manifestación de
los trabajadores que me impresionó tanto por el número como por el perfecto
desfile de los mismos, digo desfile porque eso era, organizados por gremios y
casi por empresas desfilaban marcialmente gritando consignas revolucionarias,
perfectamente organizados con las banderas de los 1001 sindicatos y en grupos. La manifestación fue numerosa y en la Plaza
de S. Francisco, donde yo estaba, hubo un momento donde se encontraron la
cabeza y la cola.
Es curioso que frente a la mayoría vestidos a la europea
también iban mujeres mayores y menos mayores con la vestimenta típica, con el
único cambio de pañuelos de fiesta en vez del “aguayo” típico.
Al otro día, después de gestionar mi viaje a Calamarca
pues no hay excursiones allí, me he ido a hacer una ruta por diversos museos.
Estos aparte de ser caros son poco interesantes desde el punto de vista
cultural pues aunque tienen cosas interesantes no dejan de complementar otros
ya vistos en el norte de Chile y Arequipa y además la información que ofrecen
es muy escasa. Sin embargo dos me han sorprendido y encantado. En uno de ellos
tienen una colección de instrumentos musicales impresionante, parten de
instrumentos antiquísimos y llegan a los modernos de los que se tocan o han
tocado en Bolivia además de otra colección importante de otros instrumentos de
todo el mundo.
En una de las salas hay toda una serie de ellos con
rarezas e innovaciones de los músicos de Bolivia que me resulto, lego en música
como soy, divertida.
El otro es de costumbres populares y me impresiono la
colección de máscaras de distintos bailes y rituales que poseen en Bolivia. La
verdad es que son de una belleza y de un colorido espectacular, para hacer un
curso de etnografía. Además de las máscaras es interesante el tema de los
tejidos, tanto de las distintas técnicas como de la complejidad de la
decoración de estos. Interesantísimo también una sala dedicada a los distintos
tocados por zonas geográficas y a través de la historia desde los encontrados
en la cultura Tihuanaco hasta hoy día.
Con respecto a lo demás echo en falta la plasticidad y
facilidad para hacer fotos que aquí no existe ya que sus calles son estrechas,
llenas de gente y puestos de venta y sin espacio físico ni tranquilidad posible
para hacer algo con alguna dosis de plasticidad aunque la verdad es que tiene
edificios muy bellos. Curiosamente en las casas de finales del XIX y principios
del XX noto una influencia del arco de herradura y de ese aspecto morisco que
no hay en otras ciudades que yo he visitado.
El tercer día de mi estancia en La Paz fue una excursión a
las ruinas de Tiahuanaco que fue la capital de una cultura pre-inca que llego a
dominar o a tener contactos e influencias en toda Bolivia, Sur de Perú y Norte
de Chile, formando un vasto imperio donde intercambiaron no solo productos de
la costa al altiplano o viceversa sino que introdujeron en los distintos
pueblos de la zona de influencia objetos, costumbres y técnicas novedosas.
El área arqueológica es impresionante por el tamaño y la
majestuosidad de los restos. Calcula el guía que en la ciudad vivían unas 20.000
personas y en los alrededores unas 100.000.
Aparte de la ciudad, todavía siguen escavando, hay dos
museos, uno de grandes figuras representando a las distintas clases sociales, así
como piedras de la ciudad labradas con diferentes símbolos y otro con
cerámicas, metales, etc.
A mi modo de ver, ya lo comentaba de los museos de la
ciudad, están a falta de información más allá de la época a la que pertenecen o
quien los encontró o que significan los dibujos labrados. Cosas que conforman
la cultura tiahunaco como la forma de vida, los ritos, en fin, una explicación
un poco más profunda de cómo era la vida en esos casi 3.000 años de cultura que
desarrollaron.
Además una explicación de porqué desaparecieron
disgregándose en una especie de reinos de Taifas antes de la llegada de los
incas.
El cuarto día decidí ir por mi cuenta a Calamarca a ver la
colección de pintura que hay en su iglesia, fundamentalmente por la colección
de Arcángeles Arcabuceros que hay.
En el autobús compartí asiento con un señor que me explico
un poco sobre las características del país y sobre todo me hizo comprender y me
corroboró algunas de las claves que yo intuía sobre la vida de Bolivia. Además
me dio información sobre los diferentes sitios y regiones y sobre el
contencioso entre el este y el oeste.
En Calamarca el autobús me dejó en la carretera, así que subí
hasta la iglesia y trate de buscar al sacerdote para ver la iglesia. Como no
estaba alguien avisó a la lugareña encargada que vino y me abrió la puerta y
poco más.
Esperó hasta que yo lo ví con todo el detenimiento, me
dejo hacer una foto y cuando me salí cerró y desapareció.
La iglesia es espectacular, tiene un retablo barroco
impresionante, con un frontal de plata repujada como pocos que yo haya visto
y sobre todo, una colección de pintura
de la escuela de Cuzco que, aparte los Arcángeles
Arcabuceros, es merecedora de una visita.
Lástima como en casi todos los sitios que no dejen hacer fotos.
No sé qué manía tienen con el tema. Con las mismas como no había en el pueblo
ni un bar y es pequeñito me volví a la carretera a esperar un bus. Después de
estar un buen rato allí siendo el centro de atención de los lugareños y ante el
hecho de que los buses grandes no me paraban me subí a uno de esos que
transportan a la gente boliviana, un Chevrolet años 50, donde me vine a La Paz.
Dentro era una amalgama de gente que ofrecía a la vista un panorama muy
interesante. Había desde jóvenes wasapeando constantemente hasta abuelitas con
sombrero, trenzas y los inevitables “aguayos” que parecían salidas de un libro
de antropología.
Todo mezclado con infinidad de olores, no todos
agradables. Eso sí, durante el trayecto muy pocos hablaban, parecía que cada uno
tenía sus propios pensamientos y no se debía interrumpir.
Cuando llegamos a El
Alto nos quedamos una abuelita y yo para bajar a La Paz. En vez de bajar por la
autopista el chofer comenzó a bajar en zigzag por unas callejuelas que eran
para verlas, casi en vertical en medio del intensísimo tráfico, los peatones
cruzando por cualquier lado, etc., en fin que me dejo como a un kilómetro del
hostal y desde allí continúe andando en medio de una especie de mercadillo que
son las calles de esa zona de La Paz en las que hay tiendas y puestos de las
cosas más peregrinas que uno se pueda imaginar.
Luego a la tarde poco más que darme un paseo y bajar a la
Plaza S. Francisco a ver el ir y venir de la gente. Siempre hay algo que te
sorprende en la plaza.
El quinto día, salí de nuevo con el objetivo de ver la
parte de la ciudad que congrega la zona comercial, sacar dinero y ver el Museo Arqueológico.
Nada más salir, al cruzar un semáforo, oigo y veo que me hacen señas y era el
señor del autobús de Calamarca que me reconoció y, bueno, nos pusimos a charlar
en una esquinita al sol como dos viejos conocidos, el ampliándome la visión que
el día anterior me había dado y yo dándole mi visión de viajero, raro viajero
según él, que le gusta mirar y sobre todo sacar conclusiones de la vida de la
gente, no solamente pasar, hacer la foto y ya conozco otro lugar. Al final
después de cerca de una hora de charla cada cual seguimos nuestra ruta.
Yo, como en esa parte hay café me senté a tomar uno y a
escribir un poco de este diario y cuando todavía no me lo había acabado
apareció por el paseo una enorme manifestación de estudiantes, que resultó que
era grandísima, así que salí a enterarme y le pregunté a un muchacho que me
contó que eran universitarios que tenían problemas con la Universidad.
Viendo el tipo de gente de la manifestación cualquier
europeo hubiese dicho, como yo, que eran estudiantes de Secundaria. Y es verdad
una cosa que ya había observado y comentado con alguien, esta gente del
altiplano pasan de, en apariencia, la adolescencia o primera juventud
directamente a la vejez.
No ves por la calle esas mujeres de edad media indefinida
o ves muy pocas. No sé si será porque la forma de vestir las hace parecer mucho
más mayores o qué puede ser. El muchacho de esta mañana me decía que era cosa
del clima del altiplano.
Después me di un paseo y fui al museo pero parte de la
colección estaba en remodelación. En este sí que había bastante información
sobre las diferentes culturas de Bolivia que, al contrario de lo que nosotros
pensamos, es bastante diversa en las diferentes zonas con muy diferentes
desarrollos sociales en la época de la Conquista.
PARA VER MAS FOTOS SERA ESTE EL ENLACE :