Arica
Llegue a Arica y después de dejar la mochila en el hostal
me fui a comer. A simple vista es una ciudad pequeña, falta de esa parte
monumental que tenía Iquique y mucho más fea, arquitectónicamente que esta.
La actividad se concentra en cuatro o cinco calles que
están repletas de gente que va y viene repleta de compras o simplemente de
paseo. Esto se compensa con que hay muchos cafés con terraza que son un sitio
insustituible para ver y pensar en el ritmo ciudadano y sobre la gente que
transita por la ciudad.
La variedad de gente es extraordinaria y junto a personas
de vestimenta impecable vez muchísima otra que denota que estamos en ese ámbito
donde la mezcla de culturas y tradiciones es la norma común. Junto con esas
personas impecables se ven indias, sobre todo mayores con sus sombreros, sus
faldas y sus trenzas como salidas de otra época.
Otra cosa que se observa es que es una ciudad de paso hacia
Perú y Bolivia donde sin duda, la vida es diferente.
No hace falta más que ir a las terminales de buses, una
nacional, limpia, impoluta y súper organizada, y otra internacional, donde
reina el caos más absoluto y uno es incapaz de informarse de nada de lo que
anda buscando. Todo es trasiego de gente con bultos y otros intentando que
cojas uno de los servicios que te ofrecen.
Otra cosa que me llama la atención es la cantidad de
comercio que hay con productos de poca calidad y sobre todo los mismos en todos
y también la cantidad de restaurantes chinos, al menos el nombre, que venden
todo tipo de comida menos china.
Este viernes hice una excursión a la cordillera, al lago
Chungara, en la que en menos de 200 km pasas del nivel del mar a más de 4500 m.
sobre este.
Como experiencia es fascinante, pues es una sucesión
constante de cambios no ya de paisaje en los que vas viendo los distintos
ecosistemas a medida de que vas subiendo en altitud, sino que además vas viendo
el sucesivo empobrecimiento de los diferentes ámbitos.
Por otra parte, no en mi caso, ves cómo la gente que va contigo va acusando
los problemas del cambio de altitud, empinamiento, que hacen que lo pasen
verdaderamente mal.
Percibes también como es la vida en uno de esos pueblecitos
en donde queda muy poca gente y como debe ser la vida en ellos.
Todo eso ascendiendo o descendiendo por una carretera
increíble, plagada de camiones de gran tonelaje pues es la carretera
internacional hacia Bolivia y son interminables
las filas de vehículos con todo tipo de mercancías.
Para completar el panorama el día estaba nublado y hacia un
frio de perros, en algún tramo inclusa llovió,
lo cual hacia ver la vida en esos lugares más lóbrega y difícil.
A PARTIR DE ESTE CAPITULO EL ENLACE A LAS FOTOS VARIA PUES ESTA AGOTADO EL ANTERIOR.
EL ENLACE SERA ESTE:
Día triste por esas y estas tierras. Un fuerte abrazo
ResponderEliminarBien. Si visitaste el lago Chungara y no has pasado a Bolivia es que has decidido seguir hasta Cuzco y ver el Machu Picchu, asique me alegro porque así seguiremos viajando contigo (desde acá de forma virtual, pero es lo que hay) aunque el calendario ya te obliga a no demorarte por el camino.
ResponderEliminarUna obviedad: cuando vuelvas, en España hará calorcito, aquí ya comenzó la primavera. Es inexorable, oye ¡qué cosa!.
Un abrazo
Te vuelvo a leer después de un paseo por Barna, quizás te acuerdes: una ciudad llena de japoneses y masas de gentes ocupándolo todo, ahora ni acercarse a un lugar que le decían Ramblas.
ResponderEliminarAlgunas de las fotos me han recordado imágenes de Humahuaca, mas o menos a la altura pero en el lado argentino. y los geoglifos también me han impresionado, se sabe o cuentan algo sobre el cuándo o el como de esas representaciones?
pero me tomé un vino a tu salud por el Borne.
p.