Sigo
en Cuzco
Una
vez pasada la sorpresa de mi primer día en Cuzco la vida se ha
pasado con bastante lentitud, lentitud de turista.
Las
visitas a los distintos sitios turísticos, sobre todo iglesias están
resultando difícil de digerir, dado el numero de monumentos y su
grandiosidad. Lastima que en todos, o en casi todos, esta prohibido
fotografiar, cosa que cumplo a rajatabla.
Todo
el Cuzco esta edificado sobre ruinas incas, cosa que se ve a simple
vista paseando por sus calles.
Casi
todas las casas, a ras de calle, tienen las antiguas piedras incas y
como a la altura de un metro o metro y medio comienza la edificación
de los conquistadores.
Por
lo demás decir que es impresionante el convento de Santo Domingo
hecho sobre un templo inca donde perfectamente se ve como lo
destruyeron y edificaron un convento.
Por
lo demás, aquí el tema predominante en los museos e iglesias que he
visitado es la pintura cuzqueña y sobre todo el “pan de oro” que
recubre altares y capillas con alguna excepción que es plata maciza.
Aparte
del arte Cuzco es un gran zoco donde todos compran, bueno compramos,
y todos venden. Yo que no soy muy comprador de souvenirs reconozco
que es una tentación entrar a algunas, muchas, tiendas solo por el
placer de mirar las cosas que tienen expuestas.
Por
otra parte, pasear por sus calles, ya sean céntricas o barrios como
San Blas da una imagen de la cantidad de casonas coloniales que llego
a haber en la ciudad, hoy unas totalmente restauradas y dedicadas a
la hostelería y otras en situación semiruina ocupadas por galerías
comerciales, mercadillos artesanos, etc.
Al
final, y poco a poco, voy conociendo locales y foráneos que vamos
coincidiendo varias veces en algunos sitios.
Como
ejemplo valgan los vendedores de la plaza de armas, algunos de los
cuales me saludan en vez de intentar venderme su mercancía.
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