Primera
aproximación al Perú profundo
El
viaje es agotador por las constantes subidas y bajadas a puertos
imposibles a través de lo más profundo de la cordillera andina.
El
paisaje es tan grandioso y escarpado que muchas veces parece que no
vas a poder salir de esa sucesión de montañas y cuando al final de
la ascensión vuelves a ver la salida te encuentras otra vez con otro
paraje que vuelve otra vez a no tener fin visible.
Después
de siete u ocho horas de viaje por fin llegué a Andahuaylas y, al
llegar al hotel y querer ducharme, me encontré con que no tenia las
llaves de los candados de mi mochila y de mi bolsa.
Ahí
empecé a comprender que por fin estaba en el Perú real.
El
recepcionista no me dio ninguna solución, diciéndome que más tarde
vendría su jefe que tenia herramientas, pero no fue así y
finalmente por la mañana he tenido que buscar por el pueblo un
cerrajero para solucionarlo.
Es
un pueblo nada turístico donde la gente por la calle te mira como
asombrada, quizá pensando que què pintas tu ahí y con la que es
muy difícil entenderse pues hablan con un vocabulario difícil de
entender para mi y, aunque es muy amable, nunca te dan una
explicación concreta, como si tu supieras de antemano de que te
hablan o conocieras el pueblo.
Además,
para completarlo ha estado lloviendo intermitentemente durante todo
el día, lo cual añadido a lo poco atractivo del pueblo y a la
sensación de estar en un lugar que no te corresponde ha hecho que ni
siquiera tuviera ánimos para sacar la máquina de fotos.
Menos
mal que solo pararè un día, como intermedio en el viaje a Ayacucho,
donde espero que me resulte más atractivo.
Este
sitio tan extraño me ha servido para ver el debate de nuestras
elecciones en TVE.
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