Arequipa
en la añoranza
Por
fin llegue a Arequipa ese lugar mitificado en mi memoria, no
solamente por mi anterior visita sino por los buenos recuerdos que
aquí deje, antes de enfrentarme con el estoicismo de los pueblos
indígenas.
Como
digo, entre esos recuerdos están los del Albergue Español, el hotel
donde me hospedè, y que esta mañana cuando lleguè me han
reconocido como antiguo huésped.
Así
que aquí estoy, tomándome un café en una callecita peatonal detrás
de la Catedral y reflexionando sobre las diferencias que hay entre
las distintas ciudades por las que voy pasando.
Viniendo
de Ica, Arequipa me paree el colmo de la sofisticación, no solamente
por el aspecto señorial, que contrasta con el desaliñado de Ica,
sino que el tipo de gente se mueve de otra manera, incluso el pueblo
llano. Todo es mucho más satisfactorio para el paseante sin rumbo
que puede “mironear” casi infinitamente en soledad, que, incluso,
puede tomarse un café aceptable fumándose un cigarro sentado en una
terracita tranquila.
Hay
un turismo multiedad que lo mismo esta formado por gente muy joven
que por personas de mi edad o mayores que conviven con los
arequipeños de una forma tranquila y poco invasiva, ni por una parte
ni por la otra.
Así
y todo, se nota que ya estamos por encima de los 2000m de altura y
que el cuerpo necesita mas tranquilidad.
He
vuelto a visitar mi lugar emblemático, el Monasterio de Santa
Catalina, y me he pegado un hartón de fotografiar sus rincones, que
me siguen sorprendiendo y me llevan a reflexionar sobre la vida que
habría dentro esas paredes, pues dentro del convento se reproducía
la vida de la sociedad fuera de él.
Había
monjas que tenían servidumbre, cocina propia y varias estancias
dentro de su celda, aparte de sus propios muebles y ajuares. Otras en
cambio se debían ocupar de las huertas y las labores del monasterio.
Imagino
las idas y venidas por esas intrincadas callejuelas con nombres
españoles: Sevilla, Córdoba, Toledo, Zocodover, y las intrigas,
dimes y diretes que por ellas circularían.
Y
poco mas en esta visita relámpago a Arequipa, algún encuentro
curioso, con algún personaje curioso y sobre todo mucha Plaza de
Armas.
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