domingo, 7 de abril de 2019

NOSTALGIAS AREQUIPEÑAS


Arequipa en la añoranza
Por fin llegue a Arequipa ese lugar mitificado en mi memoria, no solamente por mi anterior visita sino por los buenos recuerdos que aquí deje, antes de enfrentarme con el estoicismo de los pueblos indígenas.
Como digo, entre esos recuerdos están los del Albergue Español, el hotel donde me hospedè, y que esta mañana cuando lleguè me han reconocido como antiguo huésped.
Así que aquí estoy, tomándome un café en una callecita peatonal detrás de la Catedral y reflexionando sobre las diferencias que hay entre las distintas ciudades por las que voy pasando.
Viniendo de Ica, Arequipa me paree el colmo de la sofisticación, no solamente por el aspecto señorial, que contrasta con el desaliñado de Ica, sino que el tipo de gente se mueve de otra manera, incluso el pueblo llano. Todo es mucho más satisfactorio para el paseante sin rumbo que puede “mironear” casi infinitamente en soledad, que, incluso, puede tomarse un café aceptable fumándose un cigarro sentado en una terracita tranquila.
Hay un turismo multiedad que lo mismo esta formado por gente muy joven que por personas de mi edad o mayores que conviven con los arequipeños de una forma tranquila y poco invasiva, ni por una parte ni por la otra.
Así y todo, se nota que ya estamos por encima de los 2000m de altura y que el cuerpo necesita mas tranquilidad.
He vuelto a visitar mi lugar emblemático, el Monasterio de Santa Catalina, y me he pegado un hartón de fotografiar sus rincones, que me siguen sorprendiendo y me llevan a reflexionar sobre la vida que habría dentro esas paredes, pues dentro del convento se reproducía la vida de la sociedad fuera de él.
Había monjas que tenían servidumbre, cocina propia y varias estancias dentro de su celda, aparte de sus propios muebles y ajuares. Otras en cambio se debían ocupar de las huertas y las labores del monasterio.
Imagino las idas y venidas por esas intrincadas callejuelas con nombres españoles: Sevilla, Córdoba, Toledo, Zocodover, y las intrigas, dimes y diretes que por ellas circularían.
Y poco mas en esta visita relámpago a Arequipa, algún encuentro curioso, con algún personaje curioso y sobre todo mucha Plaza de Armas.





























































































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