sábado, 20 de abril de 2019

MACHU PICHU


Experiencia Machu-Pichu
Después de sopesar varias opciones decidí coger una que consistía en ir en una “micro” hasta un sitio que se llama la Hidroeléctrica y de allí, aunque la mayoría de los viajeros de las “micros” iban a hacerlo andando, subir en tren hasta Aguas Calientes o Machu-Pichu pueblo.
Allí me quedaría una noche y al mañana siguiente prontito, iría en “bus” hasta la puerta para ver “Machu-Pichu”. Mas tarde volvería a bajar en “bus” al pueblo y haría el camino inverso hasta la Hidroeléctrica donde una “micro” me devolvería al Cuzco.
Dicho así se suponía que todo estaba controlado y bien medido por los organizadores de la agencia.
Craso error, en cada punto se suponía que había una persona que tenía su parte controlada, pero eso solo funciona en teoría. La primera parte funciono muy bien, en la Hidroeléctrica me esperaba una chica que me facilito la comida y el billete hasta Aguas Calientes. A partir de ahí todo fue el caos, la persona que nos recogió en Aguas Calientes nos llevo a un hostal que se suponía que teníamos reservado, se marcho antes de registrarnos u nuestra sorpresa fue que no existía la reserva. Después de innumerables consultas telefónicas por parte de todos, finalmente a una chica colombiana y a mi nos llevaron a otro.
Mas tarde, en la cena la guía estuvo con nosotros tratando todo lo relativo a la organización del día siguiente, billetes, horarios, etc.
Bien, parecía que todo estaba controlado, perro no.
La primera parte la visita a Machu Pichu se cumplió bien en los horarios, el guía se presento a tiempo, todo bien, pero el grupo en el que iba no debía contar con el tiempo atmosférico, pues amaneció nublado y lloviznando y la frustración, al llegar donde la foto que todos conocemos y no ver apenas nada, hizo aflorar diversos cabreos que recayeron en el guía, como si el tuviera la culpa.
Total, un tira y afloja entre los que querían y no querían la explicación, sobre laminas pues no se veía nada.
Total, que decidió explicarnos lo que es Machu Pichu y dejarnos a nuestro libre albedrío.
Poco a poco fue despejando y supongo que todo el mundo pudo hacerse la foto con la señal de la victoria y al fondo la ciudadela. Yo, por mi parte, hice las mías, no tantas como hubiera podido hacer si hubiera habido menos gente.
Ese es el verdadero problema de esta zona, està sobresaturada de turistas, es un circo mediático en el que miles y miles participan, cada uno con sus razones, y que con semejante masificación hace muy difícil el disfrute que un sitio así podría proporcionarnos al menos, a mí que soporto bastante mal las aglomeraciones.
La realidad es que la ciudadela esta bien conservada y no defrauda en cuanto a la grandiosidad de todos conocida.
De vuelta a Agus Calientes pude verla de día.
Absolutamente repleta de bares, tiendas, etc., como cualquier sitio turístico, todo es reclamo para que consumas.
Bien, pues me di un paseo y me fui a la estación de tren a esperar a mi contacto para coger un tren hasta la Hidroeléctrica. Habíamos quedado media hora antes del tren, pero no llego. El tren se fue y yo allí sin saber que hacer. Me fui al restaurante donde habíamos cenado y allí vía teléfono me resolvieron todo con una amabilidad pasmosa.
Total, que vino la guía y sacamos billete para el siguiente tren y corroboro que la “micro” que iba a devolverme a Cuzco me esperaría.
Efectivamente así fue y por fin regrese a la tranquilidad de Cuzco.
La reflexión que yo me hago es si merece la pena ir a algunos lugares mitificados por los mercados, donde en vez de disfrutar casi consigues cabrearte por la forma en que te tratan, excesivas normas, rutas señalizadas que no puedes deshacer, masificación, etc.


















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