A
vueltas por Ayacucho
Retomo
el relato después de varios días en los que por falta de tiempo o
de ganas no lo he hecho.
En
mi estancia en Ayacucho lo que mas me ha llamado la atención es su
gran afición a los desfiles de toda índole y condición. Todas las
mañanas de mi estancia, la Plaza de Armas amanece cortada y con
grupos de gente organizando un desfile patriótico a golpe de música
militar, todos con sus trajes de empresa o sus uniformes.
Desfilan,
desaparecen y todo vuelve a tomar su ritmo cotidiano, que es
tranquilo y ruidoso, pues las calles siempre están saturadas de
gente que va y viene sin aparentemente ningún quehacer.
Otra
característica es lo ruidosa que es la ciudad, vayas donde vayas
suena la música ayacuchana, que es como una salmodia continua a lo
largo de cualquier calle por la que camines.
Ayacucho,
pese a su monumentalidad es muy poco fotogénica. Las calles y las
casonas son un conglomerado de puertas con las mas variadas ofertas
de pequeñas tiendecitas, heladerías, gente en puestecitos de venta
que hacen difícil hacer fotos. Por otra parte, las casonas, que
tienen unos patios magníficos, están en la mayoría muy dañados y,
salvo las que tienen algún organismo gubernativo o universitario que
están en mejores condiciones, las otras son irreconocibles como
edificios.
En
cuanto a las iglesias, pasa un poco lo mismo, también necesitarían
una buena inversión y puesta en valor, pues ahora es casi un milagro
que las encuentres abiertas salvo en horas de culto.
En
cuanto a la gente es muy tranquila, pero recelosa, se quedan
mirándote fijamente y te hacen una radiografía rápidamente.
Aparte
de esto y que están intentando darle valor a lo que hay, se nota, y
no hablan de ello explícitamente, lo mal que lo han pasado en la
época de Sendero Luminoso con la opresión y el peligro para la
población tanto por parte de los terroristas como de sus fuerzas
armadas.
Parece
ser que esa es una de las razones por las cuales Ayacucho a crecido
tanto, los campesinos estaban mas seguros en la ciudad que en el
campo.
Con
este sentimiento agridulce ha pasado mi estancia en Ayacucho, además
frustrado porque mi programación en la cual incluía un trayecto en
tren entre Huancavelica y Huancayo no podrá ser porque el tren no
hace todo el trayecto, nada mas unos pocos km. Esto ha hecho que
modifique el plan inicial volviendo a Lima para comenzar la ruta
norte.
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