lunes, 29 de abril de 2019

POR AYACUCHO


A vueltas por Ayacucho
Retomo el relato después de varios días en los que por falta de tiempo o de ganas no lo he hecho.
En mi estancia en Ayacucho lo que mas me ha llamado la atención es su gran afición a los desfiles de toda índole y condición. Todas las mañanas de mi estancia, la Plaza de Armas amanece cortada y con grupos de gente organizando un desfile patriótico a golpe de música militar, todos con sus trajes de empresa o sus uniformes.
Desfilan, desaparecen y todo vuelve a tomar su ritmo cotidiano, que es tranquilo y ruidoso, pues las calles siempre están saturadas de gente que va y viene sin aparentemente ningún quehacer.
Otra característica es lo ruidosa que es la ciudad, vayas donde vayas suena la música ayacuchana, que es como una salmodia continua a lo largo de cualquier calle por la que camines.
Ayacucho, pese a su monumentalidad es muy poco fotogénica. Las calles y las casonas son un conglomerado de puertas con las mas variadas ofertas de pequeñas tiendecitas, heladerías, gente en puestecitos de venta que hacen difícil hacer fotos. Por otra parte, las casonas, que tienen unos patios magníficos, están en la mayoría muy dañados y, salvo las que tienen algún organismo gubernativo o universitario que están en mejores condiciones, las otras son irreconocibles como edificios.
En cuanto a las iglesias, pasa un poco lo mismo, también necesitarían una buena inversión y puesta en valor, pues ahora es casi un milagro que las encuentres abiertas salvo en horas de culto.
En cuanto a la gente es muy tranquila, pero recelosa, se quedan mirándote fijamente y te hacen una radiografía rápidamente.
Aparte de esto y que están intentando darle valor a lo que hay, se nota, y no hablan de ello explícitamente, lo mal que lo han pasado en la época de Sendero Luminoso con la opresión y el peligro para la población tanto por parte de los terroristas como de sus fuerzas armadas.
Parece ser que esa es una de las razones por las cuales Ayacucho a crecido tanto, los campesinos estaban mas seguros en la ciudad que en el campo.
Con este sentimiento agridulce ha pasado mi estancia en Ayacucho, además frustrado porque mi programación en la cual incluía un trayecto en tren entre Huancavelica y Huancayo no podrá ser porque el tren no hace todo el trayecto, nada mas unos pocos km. Esto ha hecho que modifique el plan inicial volviendo a Lima para comenzar la ruta norte.























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