viernes, 5 de abril de 2019

VUELTAS Y REVUELTAS POR ICA

Desvelos por Ica


Después de un viaje de cuatro horas, un taxi me dejò en mi alojamiento en Ica.
Las previsiones eran: hacer una visita para volar sobre las líneas de Nazca, visitar Paracas y las Islas Ballestas y recorrer los alrededores de Ica y sobre todo visitar el famoso oasis de Huacachina.
Así que comencé con el sobrevuelo de Nazca. Contratè un “tour” y, cuál no sería mi sorpresa, era mitad en autobús de línea y mitad con intermediarios de Nazca.
Así que con el miedo en el cuerpo me embarqué y después de varios cambios de acompañante lo pude concluir con relativa solvencia.
El sobrevuelo de las líneas es una pasada si tu eres capaz de volar en un avioncito en el que hasta el peso de las personas esta controlado para equilibrarlo y en el que, van haciendo giros para que veamos las figuras tanto desde la derecha como de la izquierda, la tendencia es a marearte o al menos a pasarlo mal.
Pero bueno al final te dan tu certificado y tan contento.
La verdad es que es una pasada ver los geoglifos en una inmensidad de llanura con muy pocos relieves, pero màs tuvo que ser cuando los descubrió María Reiche pues en esa época no se volaba. Si me apurais un poco, me cuesta imaginar quien los hizo y sobre todo como fueron capaces de hilar esas proporciones y para qué.
Te llevan a ver un conjunto de figuras, las oficiales, pero hay una inmensa área protegida donde sin duda hay más y donde a poco que lo estudien aparecerán importantes yacimientos arqueológicos.
Tras darme un paseo por el centro de Nazca y comer opíparamente me volví a Ica cansado de tanto trajín.
Y comienzo de nuevo. Buscas tu siguiente desplazamiento las Islas Ballesta y la Península de Paracas.
Esta es ya mas llevadera pues vas en grupo.
En el muelle te subes a los consabidos autobuses de agua (lanchas) y te hacen un recorrido por la única reserva marina de Perú. Allí como animales destacables encuentras pingüinos Humboldt y leones marinos.
Mi aspecto más acuático o marítimo me hace disfrutar por el solo echo de estar a la orilla del agua y màs si hay en los muelles esos pelícanos que me fascinan como aves. Además, esos barquitos que tanto me seducen y la gente que hay siempre alrededor de ellos.
Aunque siempre, alrededor de un embarque de esa categoría, proliferamos cientos de turistas ávidos de fotografiar hasta los pelos del bigote de un león marino. Lo cierto es que las islas están explotadas además por la industria del guano, con cargaderos de dicho material.
A la vuelta nos han dado un paseo por el Parque Nacional de la Península de Paracas, península desértica repleta de, según el guía, fósiles que emergió hace 32 millones de años.
Paisajes espectaculares y una fauna multirracial y multicultural digna de estudio.
De vuelta a Ica con el sabido café tardero y Plaza de Armas aprovechando el lio monumental que hay siempre para empaparme de como se respira en la ciudad.
Ica es fundamentalmente trafico y gente, mucha gente. Parecería que en vez de Perú estàs en cualquiera de esos países en el sudeste asiático, ríos de gente que va y viene deprisa como si el tiempo no les diera de si lo necesario, amen de los que están parados en los infinitos chiringuitos y kioskos, establecidos en cualquier calle, esquina o espacio transitado donde poder vender algo.
Otro tema es el trafico que no respeta ni semáforos, ni pasos de peatones, ni carriles, ni nada. Hay miles de motos-taxi que hacen literalmente lo que les da la gana, lo mismo circulan por los arcenes que dan la vuelta en medio de una calle sin aparentemente importarles. Todo eso a golpe de pito, suenan los cláxones para todo, constantemente y, sobre todo en las intersecciones de calles se forman unos líos mayúsculos y cada uno pasa según el nivel de valentía que tenga.
Por fin hoy he hecho un “tour” de degustaciones de pisco y visita a un pueblo Cachiche que es el pueblo de los brujos y brujas.
Es interesante una especie de parque temático sobre el tema y donde el artista tiene una visión muy “fallera” del asunto.
Finalmente hemos acabado en el oasis de Huacachina, un verdadero oasis a 10 minutos del centro de Ica.
Allí los mas osados, no es mi caso, suben por las inmensas dunas que lo rodean, la mayoría para practicar snowboard o hacer recorridos en karts por las dunas y otros por el puro placer de subir a unas dunas que si las comparamos con las de Bolonia (Cádiz), esta parece de juguete.
El oasis es una fuente de paz y de energía sobre todo si lo comparamos con el centro de Ica.
Bueno, esto es lo que ha dado de si mi corta estancia en el pequeño sur como llaman a esta zona.
Mañana parto a Arequipa para recordar mi paso anterior.









































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