Después
de un viaje de cuatro horas, un taxi me dejò en mi alojamiento en
Ica.
Las
previsiones eran: hacer una visita para volar sobre las líneas de
Nazca, visitar Paracas y las Islas Ballestas y recorrer los
alrededores de Ica y sobre todo visitar el famoso oasis de
Huacachina.
Así
que comencé con el sobrevuelo de Nazca. Contratè un “tour” y,
cuál no sería mi sorpresa, era mitad en autobús de línea y mitad
con intermediarios de Nazca.
Así
que con el miedo en el cuerpo me embarqué y después de varios
cambios de acompañante lo pude concluir con relativa solvencia.
El
sobrevuelo de las líneas es una pasada si tu eres capaz de volar en
un avioncito en el que hasta el peso de las personas esta controlado
para equilibrarlo y en el que, van haciendo giros para que veamos las
figuras tanto desde la derecha como de la izquierda, la tendencia es
a marearte o al menos a pasarlo mal.
Pero
bueno al final te dan tu certificado y tan contento.
La
verdad es que es una pasada ver los geoglifos en una inmensidad de
llanura con muy pocos relieves, pero màs tuvo que ser cuando los
descubrió María Reiche pues en esa época no se volaba. Si me
apurais un poco, me cuesta imaginar quien los hizo y sobre todo como
fueron capaces de hilar esas proporciones y para qué.
Te
llevan a ver un conjunto de figuras, las oficiales, pero hay una
inmensa área protegida donde sin duda hay más y donde a poco que lo
estudien aparecerán importantes yacimientos arqueológicos.
Tras
darme un paseo por el centro de Nazca y comer opíparamente me volví
a Ica cansado de tanto trajín.
Y
comienzo de nuevo. Buscas tu siguiente desplazamiento las Islas
Ballesta y la Península de Paracas.
Esta
es ya mas llevadera pues vas en grupo.
En
el muelle te subes a los consabidos autobuses de agua (lanchas) y te
hacen un recorrido por la única reserva marina de Perú. Allí como
animales destacables encuentras pingüinos Humboldt y leones marinos.
Mi
aspecto más acuático o marítimo me hace disfrutar por el solo echo
de estar a la orilla del agua y màs si hay en los muelles esos
pelícanos que me fascinan como aves. Además, esos barquitos que
tanto me seducen y la gente que hay siempre alrededor de ellos.
Aunque
siempre, alrededor de un embarque de esa categoría, proliferamos
cientos de turistas ávidos de fotografiar hasta los pelos del bigote
de un león marino. Lo cierto es que las islas están explotadas
además por la industria del guano, con cargaderos de dicho material.
A
la vuelta nos han dado un paseo por el Parque Nacional de la
Península de Paracas, península desértica repleta de, según el
guía, fósiles que emergió hace 32 millones de años.
Paisajes
espectaculares y una fauna multirracial y multicultural digna de
estudio.
De
vuelta a Ica con el sabido café tardero y Plaza de Armas
aprovechando el lio monumental que hay siempre para empaparme de como
se respira en la ciudad.
Ica
es fundamentalmente trafico y gente, mucha gente. Parecería que en
vez de Perú estàs en cualquiera de esos países en el sudeste
asiático, ríos de gente que va y viene deprisa como si el tiempo no
les diera de si lo necesario, amen de los que están parados en los
infinitos chiringuitos y kioskos, establecidos en cualquier calle,
esquina o espacio transitado donde poder vender algo.
Otro
tema es el trafico que no respeta ni semáforos, ni pasos de
peatones, ni carriles, ni nada. Hay miles de motos-taxi que hacen
literalmente lo que les da la gana, lo mismo circulan por los arcenes
que dan la vuelta en medio de una calle sin aparentemente
importarles. Todo eso a golpe de pito, suenan los cláxones para
todo, constantemente y, sobre todo en las intersecciones de calles se
forman unos líos mayúsculos y cada uno pasa según el nivel de
valentía que tenga.
Por
fin hoy he hecho un “tour” de degustaciones de pisco y visita a
un pueblo Cachiche que es el pueblo de los brujos y brujas.
Es
interesante una especie de parque temático sobre el tema y donde el
artista tiene una visión muy “fallera” del asunto.
Finalmente
hemos acabado en el oasis de Huacachina, un verdadero oasis a 10
minutos del centro de Ica.
Allí
los mas osados, no es mi caso, suben por las inmensas dunas que lo
rodean, la mayoría para practicar snowboard o hacer recorridos en
karts por las dunas y otros por el puro placer de subir a unas dunas
que si las comparamos con las de Bolonia (Cádiz), esta parece de
juguete.
El
oasis es una fuente de paz y de energía sobre todo si lo comparamos
con el centro de Ica.
Bueno,
esto es lo que ha dado de si mi corta estancia en el pequeño sur
como llaman a esta zona.
Mañana
parto a Arequipa para recordar mi paso anterior.
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