viernes, 19 de abril de 2019

EL VALLE SAGRADO DE LOS INCAS


El Valle Sagrado no es para viejos.
Tras realizar un “tour” por el Valle Sagrado de los incas se impone una conclusión, no es un lugar para viejos.
En el tour visitamos varios lugares emblemáticos. Comenzamos en Chinchero que es un bonito pueblo convertido en un gran bazar. Tiene una zona arqueológica, situada justo debajo de la iglesia y la plaza colonial y una serie de terrazas de cultivo que dan una visión de la grandiosidad del paraje. Por lo demás todo el pueblo es un ir y venir de turistas de toda edad y condición deambulando por sus callecitas y tratando de esquivar como pueden a los vendedores con sus reclamos.
Otro lugar que visitamos fue Moray donde según nos explicó el guía existió una especie de laboratorio de cultivos pues las terrazas están escalonadas con una diferencia de más o menos medio grado, lo cual da opción a experimentar con cultivos. Las terrazas son de forma circular lo que impide que en las esquinas se concrete más calor.
Tras de Moray nos llevaron a las salinas de Maras, de extraordinaria belleza y de donde se extrae una sal que dicen comparable a la del Himalaya.
Después de comer fuimos a Ollantaytambo y el guía pretendía que subiera a lo alto de la fortaleza.
Después de echar unas risas y convencerle que uno sabe a donde puede y a donde no puede ir, ellos subieron y otros varios viajeros y yo nos hicimos el circuito plano.
Finalmente fuimos a Pisac a ver otra fortaleza inca. Esta es más fácil porque llegas y entras casi en la parte alta.
En resumen, muchas piedras y la apreciación personal de que los incas siempre construían en sitios nada planos siempre en zonas rocosas y escarpadas.
En todos los sitios las explicaciones tienen que ver con la cosmogonía suya y obedecen casi más a cosa religiosa.
Aparte de la belleza paisajística del valle y de las distintas zonas de cultivo es tal la acumulación de restos arqueológicos, información cultural de los habitantes del valle y de sus oficios que necesitare tiempo para procesarlo.
La otra parte del “tour” es la humana. Estas excursiones logran juntar a gente de todo tipo y condición. En el caso que nos ocupa resulto curioso que aparte de una pareja de chilenos, que viajaban con su hija y su yerno, que eran un poco más mayores, los demás eran jóvenes, excepto yo, con lo cual me adoptaron y todos estaban pendientes de mí. También les chocò mucho que viajara solo y que no me preocupara mucho de las piedras ni del Machu-Pichu, que es la obsesión de todo viajero al Cuzco. Por lo comentado la mayoría viajaba mas por lo antiguo que por lo actual, con lo cual, desde mi punto de vista, se pierden una de las mejores partes de todo viaje que consiste en cotejar la vida real de los sitios que visitas.
En el trayecto y en los sitios arqueológicos hacían lo mismo que nosotros miles de personas, un incesante trafico de “micros” y autobuses medianos que dejaban y recogían gente sin cesar formando atascos enormes.

























No hay comentarios:

Publicar un comentario